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MARCHAS REALIZADAS POR MIEMBROS DE PLATO FONDO
Marchas libres / free marches
BILBAO-BILBAO 2009

29.03.09

En la asamblea del pasado 24 de Enero 2009 el bueno de Antonio Ventín nos informó a todos de que tenía pensado repetir la experiencia del año anterior y participar en la edición del presente año de la marcha cicloturista Bilbao-Bilbao, de la cual había tenido gratos recuerdos, por si alguno de los presentes se quería sumar a la aventura. Para ello nos remitió a la página web de la citada marcha, en donde había abundante información sobre la misma.

En el mismo momento le indiqué que mi intención era la de acompañarle, por lo que contase conmigo. Dado que la marcha se iba a celebrar el 29 de Marzo de 2009, teníamos más de dos meses para prepararla.

A mediados de Febrero empezamos a contactar con los hoteles y, para nuestra sorpresa, encontramos dificultades al haber en la mismas fechas un congreso. Finalmente, hallamos plaza en el Hotel Ercilla, muy céntrico y bastante cercano al lugar de salida, que era el Centro Comercial Zubiarte - Puente de Deusto.

A medida que avanzaban las fechas, algunos compañeros parecían animarse para acompañarnos en el evento pero el único que finalmente se apuntó fue Marcos, quien consiguió habitación en el mismo Hotel.
Después de comer nos retiramos a dormir la siesta y por la tarde-noche más cervecitas por la zona vieja de Bilbao, con un ambiente indescriptible, y la cena. Cuando se aproximaban las 10 de la noche nos encaminamos al Hotel, para ver el partido de la selección española contra Turquía y a descansar.

Por fin llegó el día señalado. A las 7,00 de la mañana me levanto par ir a desayunar. Como ya tenía todo preparado del día anterior, me visto y bajo a las 7,30 horas, que era cuando teóricamente abrían para el desayuno. Mi sorpresa fue encontrar todo el restaurante a tope, lleno de numerosos ciclistas y orientales (el dichoso congreso). Al fondo encuentro a Antonio y Marcos, desayunando copiosamente y charlando animadamente con otro ciclista, dijo llamarse Tito. En el transcurso del desayuno Antonio vio a varios integrantes de Grupo Ciclista de Pontevedra "Supermercados Froiz", que también participaban en la marcha, a los cuales saludó.

La mañana se presentaba desapacible, por lo que salimos bastante abrigados. Antonio y Marcos con chubasqueros y yo con un maillot de invierno, que corta bastante bien el frío. Con posterioridad me informaron que sobre las 7,00 de la mañana había caído una importante tormenta de granizo que hizo desanimar a alguna gente.

Como ya conocíamos en donde estaba la salida nos encaminamos hacia allí aproximadamente a la 8,10 horas y poco a poco nos fuimos encontrando a ciclistas que se dirigían al mismo destino. Llegamos a la línea de Salida sobre las 8,20 y la verdad no había muchos, apenas un centenar, pero poco a poco de fue llenando. La espera no se hizo muy larga pues tuvimos suerte y no llovía. A las 8,33 dieron la salida y un "mare magnum" de gente empezó a pedalear a un ritmo aceptable. Nos pasaban por todos los lados y la caravana ciclista se fue estirando a lo largo de más de un kilómetro. Poco a poco fuimos ganando posiciones y ya nos metimos de lleno en la pomada.
Los primeros 15 km. eran llanos y discurrían sobre el margen derecho de la ría. No llovía pero es día estaba muy oscuro y las salpicaduras de las ruedas de los que nos precedían hacían un poco incómoda la marcha. A los 17 km. había una pequeña tachuela ligeramente inferior a 2 km. llegando a Barrika (a unos 70 m altitud) y a continuación un pronunciado descenso que nos iba a llevar a la bahía de Plentzia donde tuvimos un par de km. llanos y rápidamente iniciamos la subida a Andraka, de unos 4/5 km., con unas primeras rampas exigentes para luego continuar en una tendida subida (141 m de altitud). El ambiente que se respiraba en el seno del pelotón era festivo. En esta subida perdí de vista a Antonio y más tarde a Marcos, si bien a este último lo alcancé en la larga bajada hacia las proximidades de Mungia, en donde no llegamos a entrar porque giramos a la derecha en dirección a Gatika.

A los pocos km empezamos la subida al monte Unbe, que a pesar de su longitud (6/7 km) era muy tendida y se hacía a buen ritmo, sobre todo en el tramo final, sobrepasando la media los 22 km/h, siendo además la parte más bonita con muchas curvas y árboles. En un repecho anterior al inicio de la subida perdí de vista a Marcos que se me escapó, pero en cambio a mitad de la misma me encontré a Antonio que había parado a comer algo y a esperarnos. No se había dado cuenta que Marcos iba por delante de mí. A Antonio se le había metido barro en la cala y no podía pedalear a gusto. Más adelante Marcos nos estaba esperando y aprovechamos para ayudar a Antonio a limpiar la cala con un palo pues estaba subiendo sin poder utilizar adecuadamente los dos pedales. Desde entonces continuamos juntos.

Nos llamó la atención que en la cima del citado monte (232 m. de altitud) había gran cantidad de gente, con vídeos y cámaras de fotos, supongo que se trataba de familiares y amigos de los participantes. Como ya he comentado, parecía una fiesta y era agradable ver todo aquello. Muchos se paraban y saludaban a su gente.

La bajada era larga y la hicimos muy rápido. En Asua giramos a la izquierda rumbo a Sondika, Derio y Zumudio, todo en llano, excepto un pequeño repecho en Asua que se superó sin dificultad. A la altura de Derio, Antonio me indica que llevo suelto el cierre de la rueda delantera por lo que me detengo unos instantes para apretarla. Los alcanzo más adelante y continuamos juntos hacia Zamudio en cuyo Parque Empresarial estaba el avituallamiento.

Giramos a la izquierda y unas decenas de metros más adelante nos encontramos con la entrada en el citado avituallamiento al cual teníamos que acceder a través de 4 ó 5 pasadizos. Allí sin apenas detenernos nos facilitaban la bolsa con varias barritas energéticas, un botellín de agua y un tetra brick pequeño de zumo. Todo el personal que colaboraba en el evento era muy atento y estaban pendientes de que, si lo deseabas, obtuviésemos un vaso con coca-cola fresquita.

Aquello parecía una fiesta campestre con miles de personas. La gente descansando en la hierba y vaciando sus bolsas en los enormes contenedores de obra que habían instalado por todos lados. Oficialmente estábamos en el km. 69, si bien mi pulsómetro marcaba el 66.

Después de casi 10 minutos de asueto proseguimos la marcha. Al montar en la bicicleta se me desmontó la cadena y perdimos de vista a Antonio que se olvidó de mirar hacia atrás. Casi a la salida del citado Parque me llamó la atención una furgoneta dentro de la que estaban asando chorizos en una parrilla y varios ciclistas dando buena cuenta de las viandas.

Al poco rato encontramos a Antonio, pero pronto se inició la subida a Artebakarra (137 m) y lo volvimos a peder de vista y ya no lo encontraríamos hasta la llega a meta. Dicha ascensión se hizo sin mayores dificultades, teniendo a Marcos a unos 100 m por delante, alcanzándolo de nuevo en la pronunciada bajada a Mungía.

Allí la policía local nos hizo parar en un cruce con paso de cebra a una buena parte del pelotón pese a las quejas de algunos ciclistas. Estábamos próximos a las 12.00 horas y había que facilitar el paso a la gente que acudía a misa. Después de una espera interminable nos abren paso pero a unos 50 metros en un pequeño repecho nos paran nuevamente en otro paso de cebra, entonces las quejas se arrecieron y la detención no duró ni un minuto.

Salimos de Mungía y la carretera circuló durante varios km por tramo llano en donde se circulaba a buen ritmo, superior a los 30 km/h. Solo faltaban 33 km para la llegada y solamente teníamos por delante una única dificultad montañosa, Astoreka con 184 m. de altitud y a 23 km. de meta.

Aunque desde hacía varios kms. la carretera tiraba hacia arriba, la subida se inicia en Fika en el km 87 y era quizá la subida más complicada, no solo por la distancia recorrida si no también porque los porcentajes eran superiores al resto de tachuelas. Al poco rato de empezar se me escapa Marcos y yo subo a mi ritmo, con gente, mucha gente, que me adelanta, aunque yo también dejé atrás a bastantes (hay un foto colgada en internet conmigo en primer plano en plena subida). Llegamos a la cima y mi sorpresa es que desde 100 m. antes había mucho público a ambos lados de la carretera animándonos, lo cual no dejaba de emocionarte y, además, te daba alas. También allí hubo compañeros que se bajaron para saludar o esperar a los rezagados.
Desde dicha cima todo era bajar y llanear hasta la meta. La bajada la hice muy rápido y pronto divisé a Marcos, haciendo el resto de recorrido juntos a un ritmo muy relajado. Ya en pleno llano nos pasaban pelotones de ciclistas a una velocidad endiablada, todos en fila de a uno, daba gusto verlos pedalear. En un semáforo, creo que era a la entrada de Galdakao, nos hicieron parar y allí coincidimos con el Grupo Froiz, pero solo fue ese instante, pues nada más abrirnos paso arrancaron como si los partiese un rayo.

Antes de meta había un par de repechos sin más dificultad, que sorteamos sobradamente en plato pues adelantamos a un montón de compañeros a los que ya se les notaba el cansancio. Entramos en Bilbao por la Avda. Maurice Ravel y giramos a la derecha para tomar un fuerte repecho que nos llevaba al Puente Príncipes de España, que nos haría cruzar el río Nervión. Tan pronto se acababa el citado repecho lo primero que encontrábamos era el impresionante museo Guggenheim, cruzamos el puente en una pronunciada bajada y continuamos de frente por la Avda. Recalde en ligera subida.

Nada más cruzar el puente la avenida estaba vallada a ambos lados y había numerosos espectadores observando y aplaudiendo. Era emocionante. Subimos por la citada avenida y llegamos a la Plaza de D. Federico Moyúa girando a la izquierda por la Avda. Diego López de Haro en donde estaba situada la meta. Eran la 13,31 horas, habíamos cumplido con creces nuestro objetivo, 4 horas y 49 minutos en 114,5 km. y una media próxima a los 24 km/h.(Antonio más tarde nos dijo que a él le habían salido 27 km/h.) y lo que era más importante, casi tan frescos como lechugas (podéis vernos en las fotos que a buen seguro el bueno de Carré colgará en la página web).

Teníamos que entrar en meta a través de varios cajetines y allí nos esperaban los auxiliares colaboradores que nos felicitaban y entregaban un obsequio recordatorio de la marcha (un "kaiku" típico del país), había más gente entregando folletos y de repente oímos a Antonio que nos había localizado. Él había llegado hacía un buen rato. Nos abrazamos todos y con su hijo Manuel como fotógrafo inmortalizó el acto con varias instantáneas.

Después de estar un buen rato en medio de todo aquel gentío, nos encaminamos al Hotel para darnos una buena ducha.

Nos reunimos más tarde para tomar unas cañas y buscar restaurante. Encontramos cerca del Hotel un chiringuito que ofrecía cañas y patatas bravas a 1 euro por barba, lo cual era de agradecer a la vista de los precios que se manejaban por la zona. El local era pequeño, pero las cañitas estaban fresquitas y las patatas exquisitas.

Comimos en el restaurante "El Copón", en donde Marcos dio cuenta de una buena chuleta de buey y los demás un exquisito entrecot. Gente amable.
Por la tarde poco hay que contar, o mucho, porque a media tarde por arte de magia los bares y restaurantes cierran y la gente desaparece, circunstancia de la que ya nos había advertido Antonio. Después de mucho caminar terminamos cenando en el "Burger-King" de la estación de ferrocarril del FEVE.

Terminada la "cena" nos dirigimos al Hotel, que al día siguiente teníamos un largo camino de vuelta.
El lunes, después de un suculento desayuno, regresamos todos a casa entre 8,00 y 8,30 horas, sin más incidencias.
Todos felices y contentos, con ganas de repetir la agradable experiencia para años venideros.
Cuento todo esto con todo el cariño del mundo y con el ánimo de que, si podéis, probéis al menos una vez.

J.A. Cobas.
Cuanto más nos acercábamos a la fecha de la marcha, el nerviosismo aumentaba pues era una experiencia desconocida para mí, máxime cuando nunca fui partidario de estos acontecimientos ya que al final derivaban en un carrera encubierta. No obstante, Antonio ya nos había asegurado que esta marcha era especial y que no había ningún problema en este sentido.

Desde una semana antes las previsiones del tiempo no eran muy halagüeñas, por lo que tuvimos que pertrecharnos con ropa de invierno para posibles contingencias desfavorables.

Una vez todo preparado, en la madrugada del Sábado 28 de Marzo nos encaminamos hacia nuestro destino, los tres desde lugares distintos: Marcos desde A Coruña por la Autovía del Cantábrico, Antonio desde Pontevedra con su hijo Manuel de copiloto por la Autovía de las Rías Bajas y yo desde Silleda por la AG 53 y empalme en Barbantes por la citada Autovía.

El viaje transcurrió sin grandes dificultades, poco tráfico y sin lluvia, aunque mucho frío, hasta llegar a Burgos en donde empezó a llover y el frío se intensificó. En los paneles de información de la Autopista Burgos-Bilbao se aconsejaba precaución por lluvia y nieve, además de indicar que había máquinas quitanieves trabajando. Yo no vi ninguna máquina y la nieve solamente en las cercanas montañas de Cantabria, por donde no tenía que pasar. Eso sí, desde Vitoria a las proximidades de Bilbao la lluvia se intensificó. A la salida de la autopista ya había dejado de llover y llegué al Hotel sobre las 13,15 horas.

Allí en el parking ya se veían numerosas bicicletas apiladas en el lugar establecido al efecto. El vigilante del mismo me informa que acababan de llegar dos personas desde Pontevedra y me imaginé que se trataba de Antonio y Manuel. Subí a recepción y ya estaban en la puerta de entrada del Hotel con Marcos, que también acababa de aterrizar.

Después de los trámites de rigor en recepción y visita a la habitación, nos reunimos en el hall del Hotel para ir a inscribirnos al Centro Comercial Zubiarte en donde nos facilitaron un sobre con la placa y el itinerario, así como una bolsa de deportes y una bonita camiseta de recuerdo. Después nos aproximamos a la zona del Hotel a tomar unas cañitas y buscar un restaurante para comer. El ambiente de vinos es asombroso, en todos los chiringuitos había exceso de cabida y la gente chateaba en la acera, que estaba muy concurrida. Eso sí, las cañitas y el pincho eran un poco carillos, pero eso no parecía desanimar a la gente, pues había "abarrote en el Parrote". En la primera cervecería que entramos, después de apurar las correspondientes consumiciones, preguntamos por algún restaurante próximo y el camarero no indicó uno a 100 metros de distancia, que estaba bastante bien pues había cenado allí con Cris. Nos quedó por conocer quien era Cris (varón o hembra). El restaurante en cuestión era el "Santino", donde había un ambiente agradable y comimos aceptablemente, regado todo ello con un buen Sierra Cantabria.
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